domingo, mayo 27, 2007

MÉXICO, CONQUISTA VIEJA

Nuestros antepasados conquistadores y conquistados resultaron finalmente empobrecidos, ambos . Podemos aprender mucho del análisis de ello.

En aquella conquista instauradora de nuestra sociedad ocurrida hace casi 500 años nuestros ascendientes indígenas y nuestros ascendientes españoles estaban tan marcados por la desconfianza, el miedo y la agresión que nunca pudieron hallar un equilibrio colaborador e integrador ante las enormes pérdidas de vidas humanas y culturales y no pudieron tampoco dejar un registro amoroso sólido de sí mismos en la cadena de descendientes hasta llegar a nosotros.

Los descendientes resultamos incapacitados para elaborar sus duelos. Unos por la pérdida irremediable de una poderosa identidad cultural indígena y los otros por la pérdida irremediable de la identidad europea.

Ahí se estableció la “falta básica” que ha marcado a nuestra sociedad durante toda su historia: división, negación de la otredad, desconfianza y falta de empatía que han impedido el establecimiento de una sociedad fraterna solidaria.

La enorme desigualdad social y la división que afecta a las clases sociales y necesariamente a sus individuos al menos en la porción cultural de la identidad pueden ser rastreados, como muchos han hecho ya, hasta el origen de nuestra sociedad, una antinomia constitutiva provocada por el choque entre dos poderes que buscaban, simétricamente, exterminarse mutuamente.
Esencialmente eran iguales. Pero, al concluir la guerra, no pudieron relacionarse más que en una profunda asimetría de dominador-dominado objetivada en ambas clases, progresivamente, en colores de piel y origen étnico.


Pero ¿Cómo podemos explicar que eventos tan lejanos en el tiempo puedan seguir influyendo en la actualidad?
Una explicación –no única pero significativa- tiene que encontrarse en el estudio de los mecanismos mantenedores del status quo. La institucionalización de la inequidad.
Para analizar no hay nada mejor que “entrar por la puerta” de una evidencia sintomática: Empezaré por la desigualdad social.


EL ABISMO ENTRE LAS CLASES SOCIALES MEXICANAS:
La élite mexicana somos más o menos un 14 % de la población total. Estoy incluyendo a un 1% de superricos y un 13% que, por ejemplo, podemos leer algo más que lo obligatorio, tenemos acceso a eventos artísticos y culturales, -incluídos los blogs, por supuesto- y no tenemos grandes preocupaciones en relación a vivienda, servicios y alimentación.


La mayor parte de ese 14 % puede ir mínimamente a Mc Allen, “La Isla” y San Antonio o a equivalentes en los E.E.U.U.

Esta élite detenta o aprueba(mos) los poderes económicos y políticos del país y, conciente o inconcientemente, mantiene la estructura institucional anacrónica, infantilizante y clasista de nuestra sociedad.

Sesenta millones de mexicanos están, de acuerdo a datos oficiales del INEGI, “por debajo de la línea de pobreza”, de ellos 14 millones están en la “Pobreza Extrema” lo que se puede traducir en que no saben si conseguirán comida el día en curso y no cuentan con los servicios básicos.
Los otros 46 millones tienen un promedio de ingresos de 670 pesos mensuales. A estos 60 millones de mexicanos en la pobreza no les importa un carajo reflexionar sobre la mexicaneidad, como infirió Oscar Lewis en su viejo pero pertinente estudio sobre la pobreza en México. Ellos viven en la cotidianeidad y no tienen interés en lo que se piense teóricamente sobre ellos ni en aquellos que lo hacen.


Decía antes que mucha de la literatura sobre la mexicaneidad muestra un síntoma que si es analizado en el más clásico sentido hermenéutico, esto es, encontrar el mensaje oculto en el, nos puede dar valiosa información. La literatura o estudios sobre lo mexicano surgen necesariamente de la élite y pretenden describir las culturas populares.

En todo lo que revisé, la “cultura popular” estudiada, nunca se consideró como parte de una cultura supraordinante más amplia en la que, también necesariamente, tiene que haber una “cultura de élite”. No he encontrado ningún estudio sobre ésta y por lo tanto, se vuelve difícil encontrar una relación dialéctica entre ambas. Aquí está el síntoma, hay un mito en relación a la mexicaneidad que, como todos, pretende distorsionar una verdad pero no la puede eliminar totalmente y dicha verdad se asoma entre los resquicios.

seguiré

9 comentarios:

Antonio dijo...

Hay algunos puntos con los que estoy completamente de acuerdo, pero en otros no sé. Creo que planteas conceptos con los que no estoy familiarizado y no había pensado en ellos con anterioridad. De pronto me parece que la realidad del México actual ve muy lejana la conquista como para extrapolar aquella como consecuencia directa de ésta. Los mecanismos mantenedores del statu-quo parecen una buena explicación aunque no suficiente, debido a los puntos de discontinuidad que se han dado a lo largo de nuestra historia: guerra de independencia, guerra de reforma, revolución. En todos ellos ha surgido una nueva elite divorciada de la antigua. Habría que analizar que tan reales o aparentes han sido tales cambios.

Por otro lado, mencionar la posibilidad de viajar regularmente a Estados Unidos resulta en un análisis que sólo incluye a la élite mexicana que vive cerca de la frontera. Es posible que una familia de Monterrey con un ingreso mensual de $8,000 pesos pueda ir de compras a Mc Allen una vez al mes, en tanto que un empresario yucateco con ingresos de $100,000 pesos mensuales pueda hacerlo sólo una vez al año.

Al mencionar a esa élite a la que tú y yo pertenecemos (todavía), siempre he tenido la sensación de que tenemos una gran parte de la responsabilidad en la situación del país.

Un Abrazo

Donbeto dijo...

Creo, Antonio, que te he dicho cuanto aprecio tu estilo directo claro, inteligente e implacable (creo que puse adjetivos nuevos) para tratar los temas que comentas.
Aunque no devalúo, es más, debo decir que me encantan los halagos facilones, me fascinan las buenas discusiones.
Me he devanado la cabeza durante mucho tiempo tratando de establecer la influencia del pasado sobre el presente.
No tengo ninguna duda -hay gente que lo niega ó lo relativiza- de que el pasado de un individuo, cuando ha estado marcado por vivencias traumáticas en algún corte transversal de su vida, sigue presente, reeditándose contínuamente (si bien con personajes distintos, escenografía modernizada, mayor edad cronológica).
Pero ¿en los pueblos?
Bueno, Precisamente ese es el foco de mi interés.
¿Cómo entender líneas de conexión entre "puntos de discontinuidad" donde aparentemente aparece "una nueva élite divorciada de la antigua"?
Aí te va un cebollazo más. Te costó menos trabajo que a mi identificar rápidamente la que considero "pregunta madre".
Tengo más ó menos trabajada la hipótesis de que nunca se ha perdido la continuidad.
He considerado -lo "postearé" pronto- algunos detalles de las guerras y crisis nacionales y los personajes que, debido a su fuerza y/o carisma fueron institucionalizando las características nacionales (positivas y negativas).
Lo de la ida "al otro lado" está malogrado por el localismo regio que le imprimí a los ejemplos.
Laviada Patrón ó los Cervera Pacheco (la sobrina es nueva gobernadora) dudo que vallan a McAllen ó a "La Isla".
Ellos seguramente van un poco más lejos, digamos: Nueva York, París o a recibir la bendición papal directamente en Roma.
Una familia con ingresos de 8000 pesos mensuales no estaría situada en la clasificación de pobreza, donde está 60% de mexicanos!
Imagínate.
Aprecio mucho tu visita y más tu comentario
Saludo, Antonio

TheJab dijo...

"el pasado de un individuo, cuando ha estado marcado por vivencias traumáticas en algún corte transversal de su vida, sigue presente"... creo que soy un claro ejemplo.

Lo que no entendí: ¿estoy parado justo sobre la línea que divide la pobreza de la riqueza? ¿Cuánto es el ingreso mensual para los de esta línea?

Donbeto dijo...

Bienvenido, TheJab.
Oscar Lewis, aquel gringo que en los 60`s se interesó en estudiar la pobreza eligió, para hacerlo, las "ciudades perdidas" de la Cd. de méxico y, posteriormente, barriadas del Cairo y de Calcuta.
En México su trabajo más conocido es "Los hijos de Sánchez" pero hizo una integración, a mi juicio valiosa, de todos sus estudios en un libro llamado "Antropología de la pobreza".
Entre otras cosas ahí hace una diferenciación interesante entre "pobreza" y "cultura de la pobreza". la primera está arbitrariamente diagnosticada en base a los ingresos monetarios.
En vista de que no revelas cuanto ganas y de acuerdo a esos criterios, no sé si estás en la pobreza,limítrofe ó en la riqueza (si estás en ésta por favor házmelo saber porque pondré en marcha una estrategia para sustraerte algún "préstamo")
De antemano, con poca duda de mi parte -leeré tu blog para fundamentar más mi opinión- jodido, lo que se llama jodido, no pareces.
Saludo, Thejab.

Donbeto dijo...

"todavía traigo cadillos en las patas" decía mi tío Pancho cuando se le salían los residuos de primitivismo y rusticidad.
En la revirada a Antonio escribí "...dudo que vallan a McAllen...."
Bueno, es que los gringos están poniendo una valla y...¿cómo justificarlo?
Que vayan con su anglosajona progenitora.

C dijo...

( comentario aparte: desde el domingo usted ha sido "linkeado" Donbeto, espero lleguen más lectores argentinos desde mi blog!)
cariños,
C.

Ramón Mier dijo...

Quizás porque vengo de una familia que en 2 generaciones pasó del grupo de los pobres al grupo de la élite no puedo aceptar que sean las élites las promotoras del estatus quo.

No dudo que haya dentro de ellas quienes hagan esfuerzos conscientes o inconscientes por mantener las cosas como están, pero también habría que reconocer que entre los pobres no abundan quienes reconozcan las cosas que hacen falta para superar su condición de pobreza y llevarlas a efecto.

Si Irlanda ha logrado superar su condición de país pobre y chile está haciendo lo mismo no veo porque (con o sin conquista) México no pueda hacer lo mismo.

Antonio dijo...

Ramón: cierto, en un ambiente de total libertad cualquier pobre puede salir de la pobreza, pero la ventaja siempre está del lado de las élites. Los pobres siempre estarán muy ocupados intentando dejar de serlo, en el mejor de los casos, o no dejar de pertenecer al reino de los vivos, en la mayoría de los mismos; como para poner sobre sus hombros la carga de levantar al resto de la sociedad. Creo que la responsabilidad del desarrollo o falta del mismo de nuestro país es de sus clases dirigentes. Y no es un pretexto para echar a otros la culpa. Yo y tú formamos parte de esa clase, por lo menos en este momento. No creo que dentro de 30 años pueda decirle a mis nietos que la culpa de que México siguiera siendo un país subdesarrollado durante toda mi vida se debe a que los pobres no quisieron dejar de serlo.

Un Abrazo

Donbeto dijo...

Me siento, Carolina, ya enlazado cariñosa y amistosamente hasta Misiones. (luego exploramos el negocio de la yerba)
Saludo, Caro.

Regio Pródigo Ramón, que gusto verte de nuevo por acá.
Antes que nada quiero decirte que el que en dos generaciones tu familia haya pasado de la pobreza a la "zona de confort" me hace deducir que alguno de tus ancestros inmediatos -¿abuelo?- debió ser una de esas personas excepcionalmente luchonas, trabajadora, esforzada e inteligente -hábil- para los negocios.Mis respetos.
Creeme que lo que sigue es una consideración general no dirigida ni a ti ni a tu familia, pero me encantaría saber si ocurrió.
Casi todos los casos de superación económica significativa que conozco, además, fueron capaces de entender las reglas del juego económico y político y supieron insertarse en lo que llamo "Club de Privilegios" Ya sea obteniendo protección ó trato preferencial.
Los pobres en quienes además se instale la "cultura de la pobreza" antedicha están tan inmersos en la batalla de la cotideaneidad para subsistir que no podemos esperar que tengan recursos para planear, analizar, e imaginar su salida del entorno deprivador.
¿Estarías de acuerdo con el planteamiento de que las sociedades -naciones- marchan al ritmo de sus élites y que son ellas las que tienen la posibilidad de establecer, modificar ó rechazar reglas de convivencia?
En relación al país debo decirte que a pesar de los problemas y de la violencia, estoy convencido de que vamos en buen camino.
Es inédita en nuestra sociedad la indiscutible libertad de expresión que nos trae enormes beneficios, intangibles para muchos.
Irlanda, Chile, Estonia y Nueva zelanda han progresado pero, Ramón, estoy convencido de que fueron capaces de establecer el libre mercado, primero dentro de sus respectivas sociedades cosa que acá no hemos conseguido.
A manera de ejemplo de falta de solidaridad de las élites te diré que está perfectamente estudiado en las sociedades modernas que la única manera efectiva, progresista y favorecedora del crecimiento y de disminución de la pobreza es el riguroso pago de impuestos.
Le paro porque ya parece post
me gustará volverte a leer, Ramón.

Antonio, viejo amigo (risa. ¡que hiperbólico!) ¿Dónde firmo?
Saludo