domingo, junio 03, 2007

PAZ, MALINCHE, GUADALUPE, IKRAM...MAMÁ

Todo mito, al igual que todo delirio psicótico, contiene diversas “dosis” de verdad en su narrativa, solo que es una verdad que se disfraza, se escamotea. Los mitos que perduran y son mantenidos transgeneracionalmente lo consiguen porque efectivamente dicen una verdad poderosa que requiere el disfraz porque se le teme, porque es dolorosa, hiriente o peligrosa. A pesar de todo, si se analiza cuidadosamente, es posible detectar la denuncia de verdades entretejidas en la trama.
La obsesión por la mexicaneidad, incluida la mía, amortigua la angustia del No Ser, la angustia de estar situado entre dos ó mas identidades sin sentir plena pertenencia en ninguna. Denuncia una identidad bamboleante.
Quien está seguro de su identidad y es razonable y ecuánimemente feliz en su relación con la otredad no busca ubicarse y definirse obsesionadamente como sujeto y, cuando esto ocurre, manifiesta el estigma de relaciones fracturadas con los personajes que se instalaron como representantes de autoridad.
Una obsesión ó un síntoma cualquiera paradójicamente consigue dar estabilidad al sistema. Favorece el status quo
Hasta aquí estoy hablando de fenómenos que ocurren en un individuo. El paso, discutible pero necesario al estudio en el plano social de los problemas de identidad se tiene que auxiliar analizando las creaciones culturales y las costumbres institucionalizadas. Los mitos sostenidos a lo largo de la historia de un pueblo se ofrecen como vía regia para el entendimiento de sus conflictos y de su papel como establizadores sociales.
Mitos mexicanos por excelencia son los relacionados a “La Malinche”, “La Llorona” y “La Guadalupana” que aunque en apariencia se sostienen en forma independiente entre ellos, estoy convencido y lo trataré de demostrar, que tienen orígenes y significados correlativos que reflejan y denuncian la inequidad, abuso y falta de respeto entre fuertes y débiles en nuestra sociedad.
Aquí uso “Fuertes y Débiles” en un sentido incluyente de todas las relaciones de poder asimétrico y aunque, por supuesto, estoy considerando la relación entre las clases sociales privilegiadas y depauperadas pretendo demostrar que el abuso e imposición del poderoso sobre su débil en nuestra sociedad llega hasta la díada Madre-Hijo y que el correlato de los mitos mexicanos antedichos cristalizan en el mito atemporal de nuestra cultura: La Súper – Abnegada – Protectora – Santa - Madre – mexicana.
Si alguien lee lo anterior estará tentado a elucubrar sobre mi propia madre…luego le cuento.
Antes de seguir debo declarar que estas consideraciones están profundamente influidas por el esquema conceptual, referencial y operativo del psicoanálisis. En base a él es importante notar que los significados de síntomas individuales ó sociales son ajenos a la conciencia, así que, cuando hablo de “privilegiados” para nada estoy usando el concepto sobresimplificado e injusto que usan con fines demagógicos muchos de nuestros lamentables políticos “de izquierda”. Aunque puede haber alguna excepción, estoy seguro que la mayoría de nuestros super-ricos no se ajustan a la caricatura de “burgueses chupasangre” que están continuamente planeando como joder al proletariado. Ellos tampoco tienen conciencia de su identidad bamboleante.
Pero hacer conciencia debe llevar a asumir responsablidad y a buscar el cambio.
Toda clase privilegiada tiene miedo de perder sus privilegios. La clase privilegiada mexicana, particularmente el subsistema intelectual de ella, ha sido exitosa en “camuflagearse” inconcientemente en la búsqueda de la mexicaneidad en el pasado, en el “allá y entonces” y ha conseguido alejar de la mirada pública y de la suya propia, sus privilegios en el “aquí y ahora”. El costo ha sido alto porque al negar –sin conciencia- nuestra participación en el mantenimiento del sistema injusto, inevitablemente nos empobrece, ya no solo en la identidad sino en la base misma de la racionalidad humana: la capacidad analítica, sintética y perceptiva (Bion,W., 1960).
De esa manera la Cultura de la Pobreza trasciende de la masa depauperada y permea a la élite y entonces, el empobrecimiento intelectual es generalizado cuando se trata de apreciar y evaluar la dimensión compleja y plena de cualquier Otredad, porque se mutila no solo la relación con el Otro sino la mismísima percepción del mismo.
El paradigma de Otredad por excelencia es el de Sexo-Género y siguiendo mi análisis, la mitología del “mexicano” tan cultivada por nuestra intelectualidad, denuncia per absentia, una profunda escisión entre lo masculino y lo femenino. Todos los intentos de encontrar la identidad mexicana se hacen desde lo masculino, aún en el caso de las pocas mujeres que han trabajado el tema. Es un asunto entre varones. La mujer y lo femenino, su ubicuidad, diversidad y complejidad queda en un trasfondo oscuro, negado, sustraído del análisis con la ayuda de los viejos, sobresimplificadores y poderosísimos mitos mexicanos.
Ikram Antaki, erudita antropóloga, nacida en Siria, educada en Francia y naturalizada mexicana, muerta prematuramente (a los 54 años!), profundamente amargada, confesaba repetida e insistentemente que no conseguía entender el origen de la tendencia mexicana a rechazar el conocimiento, la exactitud y el rigor en la argumentación. En su obsesionada búsqueda de explicaciones, la que le pareció mejor nos rebajó a un subtipo en el límite de lo humano, escribió: “este parece ser un pueblo... con una incapacidad congénita... para el pensamiento aristotélico” (Antaki, I., 1996).
Una aproximación solamente antropológica como la de Ikram Antaki pudo llegar, rigurosa e implacablemente a un plano descriptivo bastante original y digno de ser leído. Pero al no simpatizar con el marxismo y no conocer mucho del psicoanálisis, Antaki no consideró la complejidad en la relación entre las clases sociales mexicanas ni las omnipresentes mutilaciones entre masculinidad y feminidad dentro de la identidad y en la relación con la Otredad. Para analizar las características de nuestra sociedad Ikram se ubicó varón. Publicó su libro “El pueblo que no quería crecer” con el pseudónimo: “Polibio de Arcadia”. ¿Cómo podría advertir el profundo significado inconciente de nuestra epistemofobia si ella misma se situó en la masculinidad mexicana desde su repudiada identidad femenina árabe?. Sólo desde el psicoanálisis se puede ir más allá de lo descriptivo para hacer aproximaciones explicativas más o menos plausibles. Al no contar con las herramientas para eso, la hermosa Ikram cayó en la simplicidad del estereotipo y se aproximó a lo que tanto criticaba: el racismo etnicista.

NUESTRO OCTAVIO PAZ .
Debo decir, antes de continuar, que la obra de Octavio Paz me parece, rica, compleja y bellísima y que aquí solo estoy tomando una parte de su obra como prototipo sintomático de un serio problema de identidad cultural, escindida, en nuestra sociedad.
Elegí a Paz como representante de nosotros, ese 14 % de privilegiados, porque está muerto, “más allá del bien y el mal”, -hubiera dicho mi madre-, y porque su grandeza literaria está fuera de duda.
En su obra, volviendo a Grignon, se escamotea el tipo de relación entre la masa pobre y la minoría élite. Es una relación que, al negar la diferencia y por lo tanto la existencia de jerarquías y privilegios de poder mutila la comprensión intelectual impidiéndole percibir algunas realidades elementales y, al estudiarlas, las falsea porque no puede hacer la conexión de los “de dónde”, los “comos” y los “porqués” históricos a sus reediciones actuales. Inhibe también la exploración de los puntos de identidad común que necesariamente se desarrolla en todos los miembros de un grupo cultural, ya sea por similitud o por contraste.
Pero, de nuevo, cabe la consideración de que lo común a los subsitemas sociales ocurre en un plano no objetivado sino inconsciente. Es inevitable que todo conglomerado humano desarrolle especificidades psico-antropo-sociológicas portadas por todos sus miembros y detectables en función de su historia, de sus estructuras, de la forma en que pautan la agresión y el amor entre sus miembros e importantemente, en los mecanismos defensivos puestos en marcha respecto del medio ambiente, del mundo en el que ese conglomerado se define. Mecanismos que quizá sólo buscan reafirmar la especificidad individual, negando la presencia del Otro en uno mismo. En un caso así, tanto el “Pachuco” como Paz se definirían ex negativo en función al otro y ese constituiría un punto común de identidad.
Por lo anterior creo que es deseable, pertinente y sano el que consideremos objeto de estudio a... nosotros mismos, a la identidad cultural de la élite, la que, sintomáticamente, muestra su ambivalencia al incluirse y excluirse de sus descripciones de la mexicaneidad. Algunos datos sobre ella son detectables, entre líneas, en muchos de los ensayos sobre el tema y a pesar de la ausencia de estudios sobre esa clase social, los psicoanalistas tenemos mucha información proveniente de nuestros consultorios. Después de todo, nuestro oficio se practica predominantemente entre y para la élite.
A manera de ejemplo breve de material de consulta transmitiré una “viñetita”:
Hablando sobre la pretensión de algún grupo religioso de construir un templo en su colonia, una destacada miembro de lo más altito de la élite dice : “solo los pobres se hacen Mormones ó Testigos de Jehová y entonces no tienen derecho a hacer un templo donde no hay pobres. Nosotros creemos en la Virgen de Guadalupe...o la de Shonstadt. De todos modos cuando busco “muchachas” prefiero a las “Testigos” porque son más honradas”. Es solo un botón de muestra, pero estoy seguro que muy representativo y trasluce las inconsistencias de nuestra identidad.
La élite mexicana, incluido el subgrupo intelectual, no se reconoce en la enorme masa de Otredad mexicana, depauperada social, económica y cognoscitivamente. La mayor ayuda que brinda a la población se hace en forma de limosna, motivada por culpas primarias y mantiene el abismo social por su cualidad infantilizante, mitogénica y mistificadora.
La relación entre las culturas populares y la cultura de élite existe pero se falsea en ambas vías.
Hay dos formas en que los mexicanos (incluyamos élite y marginados) falseamos la relación con la Otredad:
1.- Contactos de Superficie: pautados dentro de cierto formalismo y evitativos de todo diálogo significativo ó emocionalmente cargado. La esterilidad es la marca de estos contactos y su finalidad inconciente es mantener al otro como depósito de las proyecciones de los propios miedos y agresiones. Se busca reforzar el estereotipo de clase: para el individuo-élite el otro es el pinche güevón que solo piensa en las “caguamas” –cerveza barata- y para el individuo-marginal el otro es el pinche mamón que tiene “billullos” –billetes- porque es un transero o porque heredó...quedamos hermanados en “lo pinche”
2.- Relación en la Abstracción: El contacto con la Otredad es discursivo pero nunca dialógico. Por razones evidentes este es un mecanismo del Self-élite. El reconocimiento del otro se vuelve mítico e hiperbólico y en sus palabras no se puede captar a ningún sujeto concreto. Por tanto, pone mayor distancia e implica también mayor rechazo.
Este falseo de la relación en la abstracción, proveniente de la élite, tiene analogía con el mecanismo defensivo de racionalización solo que en la dimensión social es mejor llamarle “ideologización” (Caruso, I.,1968). Por este mecanismo se fortalecen las creencias –no el conocimiento- acerca de las características de determinados grupos y se justifica la inequidad cuando el marginado se representa como más feliz, alegre y despreocupado que los ricos (Ridgeway, C., 2001). Películas mexicanas como “Nosotros los pobres”, “Ustedes los ricos” y “Los ricos también lloran”, van en esa línea. El “pachuco” de Paz y el mito de la madre “a toda madre” de los pobres, también se inscriben en esa ideologización anti-epistémica, mitigadora de culpas.

OBJETIVACIÓN Y ESTEREOTIPOS ENTRE LAS CLASES SOCIALES MEXICANAS:
La facilidad con la que las evidentes diferencias de color, costumbres, maneras, educación y gustos se pueden objetivar, haciendo una hiperrealidad de las diferencias, posibilita la instalación del fenómeno del estereotipo como vector simplificador, epistemofóbico en la percepción de lo real y, consecuentemente, como vehículo de control de las prácticas y relaciones sociales. El estereotipo, dice Roland Barthes (Giddens, A., 1990) es una solidificación de lenguaje que circula como una verdad no discutida por el tejido social.
El estereotipo es una de las bases de todo racismo y de todo clasismo, simplifica, aliena, es un juicio condenatorio donde no se le concede el uso de la palabra al condenado y trae como efectos fenómenos de inclusión y exclusión social muy concretos.
Pero, nadie es siempre un monstruo social insensible y en una sociedad en que abundan las manifestaciones trágicas de la miseria, algunos remordimientos sociales encuentran múltiples ocasiones para amargar el pleno disfrute de los privilegios el Yo educado de los miembros de la élite encuentra una “linda” formación de compromiso para eludir tanto la culpa, como nuestras propias partes devaluadas: denunciamos la injusticia externa pero siempre en la superficie, desarrollamos lo que podría llamarse “Síndrome Bartolomé de Las Casas” el “Protector de los Indios” ya que, al igual que las acciones protectoras de indios del obispo español, llevan implícita, inadvertida, una profunda devaluación del sujeto al que se considera, como decía Las Casas (1547): “Pobres infelices indios pacíficos sin capacidad para defenderse”. Estarás de acuerdo en que, apenas bajo la superficie de tan linda postura se asoma una rotunda descalificación .
Nuestras propias cargas agresivas dirigidas contra nosotros mismos (algo así como una proto conciencia moral), provocadoras de culpa, encuentran un alivio poderosísimo porque, al igual que Las Casas, nuestra agresiva y culpígena estructuración socio-religiosa premia y homenajea a estos “benefactores”. Este prototipo de individuo-élite, Las Casas, realmente se estremeció con las crueldades administradas a los indios. Presenció algunas y se informó de muchas. Nunca con-vivió con los indios y aunque defendía que se les tratara sin crueldad, consideraba que solo podrían elevarse mediante la conversión al cristianismo. Escribió su crónica sobre “La destrucción de las Indias” en España y se dedicó a denunciarla en ardorosos discursos en las Cortes. Nunca volvió a América y contó siempre con una admiración y aprecio del emperador.
Cultivó amistad con Hernán Cortés, quien estaba retenido allá, impedido de volver a México, pero una vez muerto el conquistador, amplió la denuncia. Escribió que antes de morir Cortés le dijo: “Confieso que anduve por esas tierras como un gentil corsario”.
La tranquilización de la conciencia al estilo “Las Casas” refuerza el estereotipo y la inmovilidad social por dos vías: a través del rodeo de la denuncia no comprometida, y poniendo a la Otredad entre los paréntesis de la lástima y la devaluación, reforzando su paralización a través de la limosna de las “Buenas Conciencias”. La otra vía, directamente emparentada a la primera, es no asignarle al marginado el papel de agente de su propia situación, es no advertir y señalar que la incomunicación e infertilidad entre las clases también tiene un vector proveniente de él, fundado en el mismo mecanismo estereotipante. El marginado tiene aún más problemas en su relación con la Otredad, la inviste de una agresión que impide cualquier identificación enriquecedora y la presión de llenar las más elementales necesidades sirve al impulso más que a la reflexión, además, también es un excelente parapeto ya que puede explotar la necesidad del individuo- élite de dar limosna.
Extraño camino para encontrar una fraternidad en nuestra sociedad. Sólo que es fraternidad marcada por una rivalidad que no acaba de resolverse, que plagada de identificaciones proyectivas, no ha llegado a la fraternidad solidaria porque los hermanos son dos Narcisos lastimados. Después de todo, hubo dos Martín Cortés: El prieto que Hernán tuvo con Marina y el güero que tuvo con la sobrina del Duque de Béjar. Está escrito (Thomas, H. 1993) que el primero era el preferido pero no podía heredar el Marquesado de Cortés. De cualquier forma, el gran conquistador lo dejó riquísimo. Está escrito también que el otro, menor, el Segundo Marqués de Oaxaca, hizo el primer intento de independencia de México en lo que se conoció como “Conjuración del Marqués del Valle”. Le fue muy mal en el intento, seguramente porque no hubo alianzas fraternas.
El peculiar ethos nacional, adaptado a abismales desigualdades e indiferencias entre las alteridades no ha podido trascender, desde la colonia hasta nuestros días el narcisismo de las “pequeñas diferencias” (Freud, S.,1921). Narcisismo que, prevalente en la mexicaneidad, puede ser rastreado tanto en el Sentido de si mismo elitista como en el Sentido de si mismo marginado, igualándolos entonces en valencia negativa, empobrecidos al no ver su reflejo de humanidad compartida.
La evolución de los acontecimientos postconquista confirma repetidas observaciones psicoanalíticas que muestran como después de cambios sociales radicales se presentan las crisis en el individuo pero siempre con retraso y después de que ha pasado la fase aguda. Bychowski (1968) demuestra como el miedo y la ansiedad son sustituidos por el odio dentro del individuo y la sociedad. Cuando grandes grupos de gente han perdido la fe en la religión y en las ideologías para enfrentar los problemas de la vida y cuando ha degenerado la instauración de normas éticas comunes a todos los individuos de un grupo social, surge un estado de descontento, desesperanza e incertidumbre provocando regresiones aún mayores a patrones infantiles y a aferrarse a soluciones mágicas cuando se ha perdido la línea de autoridad tradicional.
Estos nuestros indios desesperanzados en una sociedad trémula de incertidumbres fueron la pantalla proyectiva ideal para los otros dos grandes grupos nacionales, los mestizos y los criollos, los hermanos rivales. Adjetivados en forma negativa, objetivados como si fueran una etnia homogénea, considerados incapaces para el progreso, incapaces de desarrollar estructuras sociales complejas, nuestros indios recibieron la pesada carga proyectiva de todo lo que se encontraba en la nación y la aceptaron.
Ellos han seguido deprimidos, inmovilizados durante 500 años; los demás: escindidos; todos: empobrecidos...y todos guadalupanos.
Freud (1927; 1930) conjeturó que la necesidad de creencias religiosas en general deriva de una dialéctica formada por el sentimiento de desamparo y la añoranza por un padre protector. En su esquema esto tendría que ocurrir en el período edípico pero señala algo interesante, pertinente al sistema de creencias religiosas mexicas y a las del grueso de nuestra sociedad actual: que cuando intensas sensaciones de desamparo ocurren previamente a la inclusión del padre en el mundo interno del infante debido a deficiencias en el cuidado materno se activan las fuentes mas profundas de necesidades mágicas o religiosas que posteriormente determinarán la estructuración de sistemas religiosos matriarcales y politeistas. El correlato intrapsíquico quedaría en la fijación de porciones importantes de la omnipotencia que acompaña al narcisismo primitivo.

REPASANDO Y REPENSANDO UN MITO PODEROSO.


Debido a que nuestro propio mundo psíquico está inevitablemente formado e interactuando por y con la sociedad que se pretende estudiar, las cegueras son mucho más frecuentes. Ha ocurrido que quien reflexiona sobre nuestra cultura ha mitificado ó mistificado al Objeto cultural, contribuyendo entonces a la alienación.
Vulevo a Octavio Paz
¿Acaso no sorprende que el minucioso e implacable investigador de un estudio difícil sobre Sor Juana Inés de la Cruz (Paz, O., 1982) preñado de información detallada, haya caído en imprecisiones “facilonas” y evitación de datos “duros” sobre Cortés y La Malinche?
Octavio Paz retomó y reforzó la mitificación de la figura femenina describiendo a Doña Marina como representante central de una tradición cultural negativa de sumisión y negación de la propia identidad, subyugación y empobrecimiento cultural iniciado con la Conquista. Paz asocia el emocionalmente supercargado término de “La Chingada” o sea: “La Violada” a La Malinche y lo plantea como un recordatorio simbólico de que la población indígena fue violada por los españoles.
Una historia de infamia, vergüenza y humillación. Malinchismo, entonces, es traición y preferencia de lo extraño a lo propio. Pero Paz, al no mencionar documentación que complejiza a los participantes históricos no sólo deja intocado el mito sino que lo refuerza.
Lo cierto documentado es que el nombre Malinche era aplicado a Cortés por los nahuas. También lo es que a Malinalli, después Marina, aproximadamente a los 8 años de edad, su propia madre, nahua, enviudada y vuelta a casar, la vendió como esclava a unos comerciantes y la niña fue siendo traspasada de dueño en dueño hasta llegar a ser propiedad, a los 14 años, de un cacique Maya de Tabasco que la regaló, junto a otras 19 muchachas a Cortés y a sus capitanes.
También se infiere, razonablemente, que a Marina nunca le fue tan bien en la vida como con Cortés. Lo cierto es que Marina fue asignada primero como pareja a Hernández Puertocarrero y que, ya en zona nahua, en Veracruz, ella se dio habilidad para llamar la atención de Cortés con su bilingüismo Nahua- Maya y la rapidez con que aprendía castellano, de tal forma que éste se deshizo de Puertocarrero y la hizo su traductora y amante desde ese momento,1519, hasta 1524, año en que, por presiones político-religiosas, Cortés decide casar a Marina con uno de los capitanes predilectos de Cortés: Juan Jaramillo. Lo cierto documentado es que en 1522 apareció muerta en la recámara conyugal Catalina Suárez, primera esposa española de Cortés. En un juicio muy posterior se acusó a éste de haberla asesinado porque le celaba por sus amantes indígenas. El mismo año (1522) nació el único hijo de la pareja Cortés-Marina quien fue bautizado “Martín Cortés” como el padre del conquistador y quedaron testimonios de que era el hijo preferido de éste. Un segundo “Martín Cortés” nació en México en 1531, hijo de Hernán y de la sobrina del Duque de Béjar con quien se había casado en España en 1530.
Lo cierto documentado es que en 1524 Hernán Cortés mandó pintar un retrato al óleo de Marina y que desde que Cortés cayó en desgracia y le quitaron la casa de Coyoacán en 1526, no se volvió a tener noticia del cuadro. Lo cierto documentado es que el conquistador era devoto de la Virgen de Guadalupe de Extremadura y que en 1529, cuando se le ordenó ir a España para disminuir su poder y que rindiera cuentas a Carlos V fue a rezarle a la guadalupana española. Allá se casó con la sobrina del Duque de Béjar y volvió a la entonces Nueva España, con su madre y su nueva esposa en 1530. Aunque hay varias versiones del destino de Marina, incluyendo una que dice que murió en la vejez, la más plausible es la que señala que murió asesinada en 1531. Es más creíble porque su esposo, Juan Jaramillo, se volvió a casar en 1532 y recordemos que en aquel tiempo no había divorcio. El mismo año de la muerte de Marina, 1531, se hizo público el lienzo con la imagen de la linda Guadalupana Morena mexicana. Contemporáneamente se inició la leyenda de La Llorona. Lo cierto también es que Cortés, cada vez más atacado, bloqueado y menospreciado, siguió viviendo en México desde 1531 hasta 1540 en que regresa a España a quejarse ante el Emperador. A pesar de sus múltiples declaraciones, interrogatorios, cartas y testamento escrito, no hizo ninguna mención de la Virgen de Guadalupe mexicana ni quedó ningún testimonio de que la hiciera objeto de devoción lo que resulta interesante, si no sorprendente, tomando en cuenta su apego a la guadalupana extremeña.
El mito guadalupano mexicano no fue cuestionado por Paz ni siquiera como posibilidad de que hubiera sido construído por la élite de la época para disminuír y controlar el creciente malestar y descomposición social que la orfandad religiosa, cultural y política estaba provocando en la depauperada y explotada masa indígena.
Paz no era un hombre religioso y ya fuera que no se le hubiera ocurrido la posibilidad antes mencionada (lo menos probable) o que no se atreviera a explicitarla, volvería a resultar sintomático de una relación falseada con la alteridad.
La importancia de desmitificar no debe ser menospreciada. Mis críticas a la evidente alianza con un mito poderoso de un grande de la literatura como Octavio Paz quizá puedan ser más apreciadas si damos un vistazo al trabajo ganador del segundo lugar del Segundo Congreso de Reflexión sobre los Derechos Humanos, 2003, organizado por la CNDH. El título del trabajo es: “De la madre mexicana a las muertas de Juárez. Una aproximación psicodinámica a la violencia contra la mujer en México” (Álvarez, M. D., 2003).
El autor, como muchos otros, hace un trabajo declarativo en el que se asoma una melancolía en relación a un mundo perdido, idealizado, lleno de guerreros valientes, estoicos y de madres extraordinariamente cariñosas y tiernas. Da la curiosa sensación de que a través del autor está hablando la melancolía de los vencidos. Los aztecas son objeto de adoración y en el análisis del discurso son más queridos, admirados y cercanos al autor que “los españoles”. El intento es recuperar a un objeto idealizado, entrar en contacto e identificarse con él, maravillarse ante una cultura sólida, clara, añorada. “El español” es un desconocido, un delincuente del que se reniega. Declara su admiración por la obra de Paz y lo cita: “Malinche o Doña Marina...representa a las indias fascinadas, violadas o seducidas por los españoles, y asi: los malinchistas son los partidarios de que México se abra al exterior” son traidores a la patria agrega nuestro premiado.
El autor percibe el halo mítico que rodea a “La malinche “ y a “La Virgen de Guadalupe” pero desprecia la revisión factual de su construcción histórica y regresa eternamente a “la escisión en la mente de los mexicanos entre la santa y la puta”. No hay consideracion de clase, no hay diferenciación entre mexicanos y tampoco hay hipótesis de cómo pudo transmitirse transgeneracionalmente el mito-estereotipo.
En uno de esos saltos negadores de todo rigor metodológico en el que frecuentemente se cae cuando causas y efectos son complejos el autor enlaza, aquí si muy a lo mexicano, la escisión Malinche-Guadalupe portada por todos los mexicanos, a los feminicidios en Cd. Juárez y sobre esa base escribe textualmente: “La mujer en Juárez (Cd) como Malinche, la chingada; encarna al arquetipo de la madre mala del mexicano, la traidora que vende su cuerpo y servicios al extranjero...Aquella desconocida que camina por las calles, es depositaria del prejuicio y la discriminación del hombre, producto de las discretas simbolizaciones enclavadas en lo profundo del mundo psíquico colectivo”. Entonces, de acuerdo a nuestro autor, potencialmente todos los mexicanos podríamos secuestrar y matar jovencitas... agrega con un poco de luz: “...el planteamiento de que en la mente de sus habitantes, la ciudad –Juárez- está poblada de chingadas , de traidoras, de putas; no responde por supuesto al porqué de 370 mujeres asesinadas”. Pero la luz se le apaga totalmente cuando a renglón seguido escribe: “...sin embargo proporciona información acerca de los factores que influyen para que una aglomeración social se muestre más o menos proclive a perpetrar tal clase de violencia contra la mujer”...........uuuf!. El Dr. José Luis Soberanes, Presidente de la CNDH y el Comité de Revisión otorgaron el segundo lugar a este trabajo...


Seguiré

20 comentarios:

TheJab dijo...

¡!

¿seguirás?... esperaré.

Donbeto dijo...

Mi soliloquio se ha vuelto "duoloquio" con tu presencia.
Me complace...seguiré

Antonio dijo...

Triuloquio, dijo el otruo.

Leí todo desde el lunes pero ya no me quedó tiempo para comentar (a veces necesito trabajar). De lo que percibo argumentas que lo que Paz toma como el centro de su capítulo en "el laberinto..." acerca de la cultura mexicana y la palabra chingar, no está fundamentado y realmente es una especie de dogma. Interesante que ese escrito es quizá el más conocido de Octavio Paz.

Por otro lado, mencionas que no hay registro de las apariciones guadalupanas en el momento en que estas supuestamente se presentaron, y sí hay un cuadro que desapareció de la Malinche ¿Quieres decir que el cuadro que se venera en la basílica es en realidad un retrato de doña Marina, o estoy sacando conclusiones apresuradas?

En la semana y días que lleva tu blog tiene más posts (y de mejor nivel) que el mío.

Un Abrazo.

Y un dia.... dijo...

gracias por la visita, esta muy interesante tu post....

las muertas de juarez tambien pueden ser responsabilidad de otro pueblo, el gringo, quien no tiene en su mente los traumas del mexicano (mas bien dominacion total tipo snuff, pelicula 8mm, querer ser la policia del mundo)


se me hace interesante como se refleja en la tele el tipo de sufrimiento y sacrificio de la mujer mexicana:
"malincheguadalupe" casos de la vida real

que seria imposible en usa, donde mas bien existe las "esposas desesperadas", explotando a el hombre gringo y utilizandolo sexualmente

un saludo

Donbeto dijo...

Gusto de leerte, otruo-Antonio.
¡Qué cosa esto de los blogs! -desbarro por ese tema porque fuiste, el tercer, -máximo cuarto- anfitrión bloguero que visité en mis primeros deslices, hace 3-4 semanas, por esta anonadante telaraña llena de pedazos de toda humanidad: sublimes y terribles.´
He encontrado deslumbrantes manifestaciones de inteligencia; profundos fosos de miseria anímica; pequeños clanes endogámicos de iniciados en alguna porción del vasto erotismo humano; grupos de creyentes políticos, religiosos, pseudocientíficos. He encontrado personajes fantasmáticos con extraordinarios talentos poéticos, humorísticos ó analíticos. ägiles y torpes propagandistas de sí mismos, etc. (Recuerdo ahora que tengo que postear sobre todo eso.)
Después de todo lo visto debo reconocer en tí una cualidad no muy frecuente en la "blogósfera": una capacidad para personalizar las relaciones y estimular el intercambio de ideas con desconocidos. Nunca te he leído respuestas "masivas" ó "cadena" y siempre -aún en la broma ó en el desacuerdo- tomas en serio a tu interlocutor, bueno...me detengo porque ya parece que me sale un lado femenino que a estas alturas de mi vida sería más patético que "La Manuela", interpretada por Roberto Cobo "Calambres" en aquella recomendable película llamada "El lugar sin límites".
En relación a mi escrito debo decirte que es precisamente el trabajo lo que me salva de hundirme, entre café, cigarros y tequila, en estos temas que me apasionan.
Paz era un chingón y creo que es acertado su análisis de todos los derivativos de la palabra (por cierto "chingar" es palabra de origen extremeño -al igual que el ícono guadalupano- y no mexicano como muchos creen)y es equivalente al "joder" español. Ambos tienen una conotación de "forzamiento", de violación.
Mi punto es que la historia de la Malinche se ha mitificado y puesto al servicio del status quo. Malintzin no fué chingada por Cortés sino por su propia gente y Paz no quiso ó no pudo historizar teniendo a su alcance abundante información. Contribuyó a mitificar.
¿Cómo se ha usado el mito?: Legitimando a la clase élite como herederos del idealizado imperio náhuatl y pretendiendo una desconexión (falsa y muy ambivalente) de nuestro, desde la razón, innegable y determinante ascendiente cultural, político, linguístico y religioso español.
Lo espúreo en Paz y en la élite en general es que no escriben(imos), actúan(amos) ó piensan(amos) para conectar con la población marginalizada sino para "ser vistos" por "el padre" europeo.
Creo que esto se puede ver claramente en el caso de Carlos Fuentes, otro chingón literario -a mi juicio- pero que estuvo obsesionado por ser reconocido en los EEUU y Europa (ya no lo está porque lo consiguió). Siempre ha sido un mexicanista-indigenista-proclamador de nuestras peculiaridades EN Europa. Cuando está en México ES muy europeo.
Captaste muy bién mi sugerencia no explicitada de que el cuadro -retrato- perdido de "Doña Marina", del que hay registro histórico pero no descripción, ME ENCANTARIA
que fuera el que adoramos en todos lados. Pero esta si es una especulación. Aunque mucho más plausible que la versión tradicional.
Por último muchas gracias por lo de que mi blog es muchísimo más chingón que el tuyo, etc. etc.(risa casi meándome)
pero no mames!
Afortunadamente, querido Antonio, somos diferentes y cada uno, estoy seguro, amamos nuestras "pendejadas". No hay niveles homologables.
Te saludo

Donbeto dijo...

Kekox, estás en tu casa.
El año pasado tuve el privilegio de beber una botella de sotol extraordinario hecho en Delicias...Me hizo tan buen efecto que no recuerdo el nombre...
Fíjate que creo que los gringos han sabido aprovechar perfectamente nuestras divisiones y falta de solidaridad para beneficio de sus intereses, pero estoy convencido de que es un error ubicarlos como nuestros "victimarios" y nosotros como "pobres víctimas". No hay peor error que no estudiar a los poderosos para, en el espejeo, mejorar nosotros.
Tienes razón. ¿Cuántas pobres malinche-Lupitas- han desfilado bajo la idea, dirección y producción de Silvia Pinal?
Curiosamente La Pinal queda mucho mejor en el estereotipo de "Desperate Housewives"
Saludo, Kekox
ps: Tengo la sensación de que mi comentario en tu blog "Ojalá que no haya empleo para ninguna Madre Teresa" fué demasiado lacónico y se pudo prestar a entender que estoy contra ese tipo de beatas y santas. Nada personal. Lo que pasa es que creo que en ocasiones la magnánime caridad de esas buenas personas obstaculiza entender que la solución para los depauperados NUNCA puede ser encontrada a través de la caridad.
Para compensar, brindo por ti con...herradura reposado (no tengo sotol)

Antonio dijo...

Esa sugerencia (confieso que la expresé con temor en mi comentario anterior) de que el cuadro de la Virgen de Guadalupe era originalmente el retrato de Doña Marina suena interesantísimo como el corazón de una novela de especulación histórica.

Un Abrazo

TheJab dijo...

... de monólogo a biólogo a polílogo!!! y me retiro porque no sé qué dijeron de mi mamá (algo de chingar).

¡Fiat Lux!

dull dijo...

Ah que cabron era Cortéz, que genial era Paz y que necesaria fue la Marina!

Necesaria para forjar parte de los mitos mexicanos, que aqui como en todos lados se crean por necesidad, para mantener al pueblo al márgen de lo no conveniente y lo conveniente para el poderoso.

La mitologia es fascinante cuando ya ha pasado y se estudia en historia antigua, pero cuando aun persiste tiene sus bemoles, su lado bueno, menos bueno y malo.

México es rico en tradiciones, leyendas, mitos y personajes, sobre todo desde el aspecto mistico y religioso,paises como usa o canada no pueden presumir de historias magicas en su historia.

desgraciadamente mientras que el mexicano se las cree y las siente intrinsicas en piel y sangre, los gringos por otro lado son en su mayoria concientes de la irracionalidad que esto representa, por eso son menos religiosos y mas ambiciosos, no por nada heredaron en parte el caracter flematico de los britanicos.

Asi las cosas,seguiremos viviendo en el pais irregulado, diverso y destajado, como grietas de desierto seco...hasta que poco a poco la educacion y la economia le ganen el terreno a la mexicaneidad magica irracional.

Pocas veces veo surgir blogs como el tuyo, que aunque eres bastante extenso para escribir al mismo tiempo manejas un lexico muy amplio.Señor, un placer y gracias por visitar mi humilde blog.

Saludos

pd: bueno el post de Morrisey!

Donbeto dijo...

Antonio: sería realmente interesante siempre y cuando hubiese talento para enlazar imaginación e información con buena técnica narrativa. Sé que tengo limitaciones en esa conjunción. ¿Cómo andas tu en esas áreas?
¿Qué tal que repliquemos un éxito del tipo "El código guadalupano?
Te invito.

Thejab...Aunque siento mucha confianza contigo (no sé en que chinga'os la fundo) no me atrevería a incluir progenitoras en nuestra hosca relación (me brota sonrisa amistosa)

Dull: ¿Acaso, mi admirado poeta, estás criticando semiveladamente la prolijidad y extensión de mis producciones mítico-epistémico-verborreicas?
Pos' ya me inhibí!...

Lo siento, no lo puedo evitar, tengo una especie de diarrea verbal que me hace seguir escribiendo. Fíjate que creo que hay naciones con marcas indelebles de identidad y que la nuestra las tiene.
Somos tan profundamente mexicanos que la revisión de mitos, leyendas, costumbres, relaciones sociales (tacos, enchiladas, moles, machacado con huevo etc) no solo no nos harán debilitarnos sino que enriqueceremos la modernidad con todo ello.
Japón es un ejemplo de persistencia de marcas identitarias combinadas con modernidad.
La nuestra será aún más chingonaA Morrissey lo conozco desde los tiempos de los Smiths (soy geronte)
Le admiro canciones, no me mueven otras pero cuando un divo persiste en su originalidad sin concesiones a las presiones mercadológicas no puedo menos que admirarlo.
Un gustazo que hayas pasado por aquí
Saludo

Zeichrat Heitr Nasseaüx dijo...

Mucha informacion ;-). En mi caso personal, mi patriotismo nace al darme cuenta como vivir afuera es tan diferente de lo que vivo aqui. Yo fui patriota hasta que deje de comer tortillas... hahaha (que naco ya se ;-).

Mi identidad de Mexicano es algo que abraze tiernamente para ya no querer dejar ir, es como dices... una psicosis, un dejo de realidad que he extrapolado para volverlo magico y significativo.

Todos los pueblos tienen ese juego de orgullo, complacencia y negacion... ojala y los Mexicanos nos creyeramos mas el nuestro.

Antonio dijo...

DonBeto: podríamos hacer buen equipo para una novela a cuatro manos, ya que la idea la tengo yo, la erudición la tienes tú y la técnica narrativa no la tiene Dan Brown.

Un Abrazo

C dijo...

Estimado Donbeto: qué maravilla de relato y análisis el suyo!

Tengo acá en casa "Malinche", de Laura Esquivel. Me lo regalaron para mi cumple y todavía no lo he comenzado ( La Lit. Inglesa que me toca enseñar este año me tiene totalmente monopòlizada)

Lo leeré en mis vacaciones en julio.

Y siga escribiendo, por favor.

Un abrazo desde Misiones,

Caro

Donbeto dijo...

Zeichrat:
Me gustó aquello de "abracé tiernamente mi identidad de mexicano para ya no dejarla ir"
En verdad no me mueve ni conmueve ningún nacionalismo exaltado pero me parece magnífico que sintamos una conexión predominantemente amorosa a nuestra "pamatria", después de todo, olores, sabores, tactos, deseos, fantasías,música, gusto, excitaciones, sexuaciones, amistades y enemistades incluyen, forzosamente a alguien más y todo eso es como raíz de huizache de nuestra identidad...aunque dejemos de comer tortillas
Saludo

Antonio:
¿Así que Dan Brown no tiene buena técnica literaria?
Todo este intercambio sobre "el código guadalupano" pone en evidencia que soy un pinche individuo prejuicioso, farisaico y no erudito. Explico:
No leí ni ví "El código da Vinci". Resulta que de acuerdo a lo que evoco, leo y escucho sobre una obra puedo decidir -fué el caso- que no me interesa pero, entonces ¿porqué chinga'os la cito?
Entre otras motivaciones nefastoides porque supongo que el autor de marras debe haber amasado una muy respetable cantidad de billetes....soy un envidioso. Haré penitencia en el santuario de la indepe.
Manos a la obra, querido Antonio

Caro "Grenouille".
Muchas gracias por tus palabras. Créeme que viniendo de ti corro el riesgo de narcizarme (¿¡ maaás?! se escucha un coro de críticos personajes intrapsíquicos).
Me gustó mucho tu escrito ecuánime, amoroso y suave sobre tus marcas olfativas. lo releeré.
Por último, con cierta pena ¡ni siquiera sabía que mi coetánea Esquivel había escrito un libro llamado "Malinche"!. lo buscaré.
Por todo lo anterior ha sido triple el placer de esta conexión contigo
Saludo

Julia Ardón dijo...

Hola Beto.
Leeré esto pronto.
Está interesantísimo. Salgo de otras cositas urgentes y volveré.
Te reporto sintonía.
;)

Julia Ardón dijo...

volveré. Es que se me fue el mensaje anterior sin el enlace correcto.

Donbeto dijo...

Bienvenida, Julia.
Espero tu crítica
Saludo.
ps: Al inscribirme en estos menesteres traté de llamarme "Beto" y es increíble lo ocupadas que están todas las variantes. Acabé en "Donbeto". Me gusta más el primero y eres la primera en llamarme así.
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j.a.varela dijo...

Gracias Don Beto por su visita. Lo felicito por su trabajo. Y además por decirnos que su historia comenzó nueve meses antes de nacer. No está muy de moda!! Y sin embargo hay 6.000: que lo atestiguan!

Donbeto dijo...

Un placer recibirlo por acá, Varela. Sabemos ahora que tenemos algo en común.....
Saludo

Iván Heredia dijo...

Hola,
Gracias por pasarte por mi olvidado blog. Sí lo miré, hacía semanas que no entraba, pero esa dejadez es por motivos de trabajo.
He leido tu texto y me parece, además de muy interesante e instructivo, la parte de malinche está muy bien redactada, contrastando los datos,..., el tema es complicado, porque debe de haber escasez de documentación, pero bueno. Por cierto, no sabia deltexto de O. PAZ, me parece fuerte que un premio novel afirme según que cosas. Pero bueno, todos los premios noveles tienen sus logros, pero tambien sus miserias.
Un Saludo