lunes, febrero 04, 2008

Revisión de Obra: Juárez y Maximiliano








El libro de "Catón" me causó lo mismo que esta foto











La otra historia de México: Juárez y Maximiliano, “La roca y el ensueño” tiene una misión: "rescatar del basurero de la historia” a los grandes personajes del Partido Conservador, ganadores, primero de la “Guerra de Tres Años” (1857-1861) contra los Liberales encabezados por Benito Juárez, pero grandes perdedores tras la derrota del Segundo Imperio mexicano (1862-1867).

Especialmente, el autor hace un continuo esfuerzo de rescate, machacón y muy poco crítico de dos de los conservadores: Francisco Maximiliano de Habsburgo, segundo emperador de México y del general Miguel Miramón, quien llegó a la presidencia de la breve república conservadora a la tierna edad de 27 años y se distinguió como invicto jefe del ejército en aquella guerra.

Armando Fuentes Aguirre, el autor, consigue demostrar, repasando correspondencia y documentos diversos que Maximiliano era un hombre bien intencionado y, además, demuestra que tenía una ideología liberal incluso mas acendrada que la de Benito Juárez aunada a “mayor respeto a los principios democráticos y a las leyes” que la que tenía este.

Miramón, después de leer “La otra historia…”, queda retratado como un gran patriota, honesto, congruente, incólume, integérrimo y opuesto a toda intervención extranjera en los asuntos de México. Fuentes A. demuestra incluso que era un caballero respetuoso de sus enemigos y, además, un amoroso y tierno esposo y padre.

Todo ello está tan sólida y abundantemente respaldado (al final de esta escueta revisión colocaré algunas comprobaciones que hice en la maravillosa biblioteca de Internet) que, si no se tiene conocimiento sobre el motivo esencial de la sangrienta y radical escisión entre los mexicanos de aquel tiempo, Maximiliano, Miramón y sus correligionarios tendrían, de acuerdo al autor, que quedar colocados como “los buenos” de la historia y Benito Juárez, con algunos otros republicanos (señaladamente Melchor Ocampo), habrían de ocupar el rol de “malos” y traidores a la patria.

El autor nunca es tajante y a lo largo de todo el libro tiende a neutralizar cualquier juicio explícita y radicalmente condenatorio de Juárez, pero su selección de actos juaristas inevitablemente llevarían a un lector neutral a considerar al presidente indio como un absoluto traidor entregado totalmente a los intereses gringos, dispuesto incluso a sacrificar territorio y soberanía nacionales a cambio de mantenerse, mezquinamente, en el poder.

Efectivamente, es indiscutible que Juárez buscó y obtuvo el apoyo económico y militar de los norteamericanos y que firmó el infamante Tratado McLane-Ocampo que comprometía gravemente la soberanía e integridad del territorio nacional. Fuentes Aguirre menciona ese tratado y otras múltiples manifestaciones de sometimiento de Juárez a los norteamericanos a lo largo de toda la obra.

Resulta creíble que se trate de una mezquina traición a la patria cuando apenas un decenio atrás, los gringos nos habían expoliado el 55% del territorio y todavía aspiraban a mas (particularmente Sonora y Baja California).

Es cierta también la afirmación del autor de que los gringos intentaron negociar aquel tratado con los presidentes Ignacio Comonfort y Félix Zuloaga, conservadores, diseñadores de la Revolución de Tacubaya dirigida a abrogar la Constitución liberal de 1,857, y que ellos se negaron rotundamente por lo que reconocieron y apoyaron al gobierno de Juárez.

Leyendo “La otra historia…” Juárez resulta indefendible. Además el autor tiene razón al afirmar que incluso Justo Sierra, su principal panegirista, criticó la firma de dicho tratado. Tiene razón también al señalar que los cultivadores de la historia oficial, herederos de Juárez, escamotearon la publicación de información sobre esa actitud “entreguista” de Benito, considerada como “la mácula” –la mancha- del prócer.

Evidentemente Juárez y sus mas cercanos colaboradores tenían algún interés que consideraron mayor al de ceder soberanía a los gringos. Para Fuentes Aguirre ese interés no puede ser otro, lo expresa tibia pero incansablemente a lo largo de su obra, que interés personal por el poder.

Fuentes Aguirre no abunda en otro gran interés de Juárez: quitar los fueros a la iglesia católica, a la que consideraba, a mi juicio correctamente, responsable del atraso, pobreza e ignorancia de la mayor parte de la población. Hay muchos testimonios documentales sobre ello que a nuestro autor no interesaron
La gran escisión mexicana ocurrió por la determinación de los liberales ( representados principalmente por Lerdo de Tejada, Melchor Ocampo, Santos Degollado y el propio Juárez) de acabar con las prerrogativas y fueros de la Iglesia Católica. Todos ellos eran católicos pero, a la vez, profundamente enemigos del clericalismo y de su influencia nefasta en la vida nacional: nadie en el país tenía derecho a profesar otra religión. La iglesia poseía mas del 50% de los bienes raíces de la nación, las parroquias eran una especie de “sucursales bancarias” que controlaban la economía del país sin ningún control ni sujeción a autoridades civiles. Los curas podían ordenar el encarcelamiento de quien se les antojara. Uno de esos encarcelados, injusta y arbitrariamente, fue Benito Juárez, cuando apenas iniciaba el ejercicio de la abogacía en Oaxaca…etc…etc.
Juárez era un profundo admirador del sistema de gobierno gringo, de su liberalismo y tolerancia. Su biografía y tenaces e indomables luchas sociales hacen difícil caracterizarlo como un vulgar traidor a la patria.


La simpatía del autor por Maximiliano y por Miramón lo hace documentar decenas de veces, sus rasgos sensibles, amorosos, patrióticos. Revisa profusamente datos biográficos lindos de ambos personajes, sus sublimes enamoramientos. Las cualidades martirológicas -es mi apreciación- de sus parejas. Los sufrimientos indecibles que "Conchita" Lombardo y su esposo, Miramón, tuvieron que sufrir en el exilio, incluyendo la muerte de una bebita. La antipatía por Benito Juárez, en cambio, lo despersonaliza y envuelve de crueldad, rudeza, intransigencia y ausencia de afectos. En ningún momento de la obra, aparece Margarita Maza, esposa y gran amor de Juárez. Nunca menciona las penalidades familiares, incluída la muerte de 3 hijos, que dieron lugar a sentidísima correspondencia entre ellos.
Juárez, en la obra reseñada es, nada menos y nada mas que: "La Roca"

El clericalismo y, particularmente, los fueros de la iglesia católica eran el mayor enemigo del progreso que Juárez identificaba. La iglesia detentaba el mayor poder económico y político del país y se oponía radicalmente, financiando incluso a las fuerzas armadas conservadoras, a cualquier cambio en su status. Fuentes Aguirre lo reconoce en algún párrafo pero en muchos otros la justifica y alaba, por ejemplo, en la pag. 298 escribe:

“Se juzga con equivocada severidad al clero mexicano del siglo XIX cuando se le llama retardatario y se le acusa de haber hecho daño al país al oponerse a cualquier disposición –como las Leyes de Reforma- que afectase su poder…..Tal juicio es muy injusto. Al menos a la luz del criterio religioso, el clero mexicano del pasado siglo debería ser objeto de alabanza….”

Fuentes Aguirre llama a la continua intervención norteamericana en nuestros asuntos “El hilo negro” de nuestra historia. Pero hay otro al que no da importancia, yo le llamaría, “El hilo clerical”. Veamos un poco de la alabadísima, por el autor, figura de Miguel Miramón.

A los 28 años de edad, Miramón es elevado a Presidente de la República después del Golpe de Estado contra la constitución liberal. Fuentes Aguirre escribe (p. 98-99):

“Es conmovedora la sinceridad con que el joven Presidente se dirigió a los mexicanos en un manifiesto que hizo publicar el 12 de Julio de 1859”

A continuación, F.A. transcribe dicho documento. Yo, a mi vez, transcribo textualmente el último párrafo:

“Hoy he tomado mi partido: he formado un programa que estoy resuelto a llevar a cabo con toda la fuerza de mi voluntad…Ofrecí consagrar mi vida a restablecer el orden y las garantías. Parecería que en mi sentir no hay nada más que hacer. Pero no: sería una equivocación grosera desconocer un elemento poderoso que enardece la lucha…Protesto por mi honor el más alto respeto y la más segura garantía a los intereses de la Iglesia; protesto por mi honor que no seré yo quien mengüe en un solo centavo sus riquezas; protesto sostener vigorosamente sus prerrogativas y su independencia. Pero estoy resuelto a adoptar el camino más conforme con nuestras creencias y con los estatutos canónicos para aniquilar ese germen de discordia que alimentará siempre la guerra civil en la República, y cuento con ser secundado en mi propósito por el sentido recto e ilustrado del venerable clero mexicano…”

La opinión de Fuentes Aguirre sobre el manifiesto puede resumir una gran parte del libro:

“Con letras de oro debería escribirse esa proclama del joven Miramón. Se declaraba un reformador…(¡Carajo!....como nos podemos engañar!...nota mía)… Si Estados Unidos no hubiese metido la mano para apoyar el programa anticlerical propuesto por Juárez -¿Impuesto a Juárez?- (nota de FA), la reforma de Miramón le hubiera ahorrado a México mucha sangre y, sobre todo, se habría evitado que por haberle dado el triunfo a Juárez, los norteamericanos hubiesen quedado para siempre como factor de influencia en la vida política de nuestro país.”

¡Que difícil es no ser ingenuo cuando la simpatía y la antipatía dirigen un análisis!

Algún epílogo tendré que escribir…no se cuando


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